Vacío emocional: ¿qué es y cómo debe afrontarse?

Los trastornos mentales constituyen problemas de salud que pueden llegar a ser incapacitantes, mermando profundamente la calidad de vida de la persona afectada. Al contrario que las enfermedades de base orgánica, éstos suelen estar envueltos por elevados niveles de estigma e incomprensión por parte de la sociedad, por lo que vivirlos en primera persona o ver a un ser querido experimentarlos puede ser muy doloroso. Quienes sufren algún tipo de problema psicológico suelen sentirse a menudo poco escuchados y ayudados, y en ocasiones incluso juzgados por los demás.

El sentimiento de vacío es uno de los problemas psicológicos más difíciles de definir y comprender. Se trata de un fenómeno muy abstracto que puede ser ambiguo y confuso incluso para la propia persona que lo experimenta. En general, un sentimiento de vacío implica una profunda sensación de soledad, incapacidad para experimentar placer ante las cosas de la vida que antes lo provocaban y, en algunos casos, desesperanza hacia el futuro.

El vacío suele estar presente en diversos trastornos psicológicos como la depresión o el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), aunque no todo el mundo que lo experimenta tiene por qué sufrir alguno de ellos. A veces, las propias circunstancias de la vida pueden llevarnos a este punto en el que vivimos la vida desde la indiferencia y el desinterés.

Experimentar vacío emocional puede volverse insoportable y por ello muchas personas pueden pretender aliviarlo mediante actividades como comer, ir de compras o llenar su agenda de numerosas tareas. Sin embargo, esto lejos de resolver el problema puede agravarlo, pues se trata tan sólo de una tirita que distrae del dolor emocional de fondo. Así, el vacío emocional puede llevarnos a desarrollar adicciones o conductas de riesgo que empeoran la situación inicial. En este artículo vamos a hablar acerca del vacío emocional y la manera en la que este puede llegar a afrontarse.

¿Qué es el vacío emocional?

El vacío emocional se define como un estado de apatía y falta de motivación generalizada, que puede aparecer por diversas causas. Es posible sentir vacío durante un período de tiempo determinado cuando hemos sufrido un evento doloroso y/o traumático, de manera que dicho sentimiento forma parte del proceso natural de adaptación a la realidad que hemos vivido. En estos casos, es posible recuperarse sin dificultad con el paso del tiempo.

No obstante, hay personas que viven en un sentimiento de vacío muy profundo y persistente que aparece sin una causa concreta. En estos casos, la persona experimenta un sentimiento muy angustioso de desconexión con la vida que repercute seriamente en las distintas áreas de la vida. Quienes se sienten de esta manera pueden vivir con la sensación de no tener nada dentro, sentirse solos o faltos de algo que no saben especificar.

Aunque el vacío no siempre aparece vinculado a psicopatologías, este es muy característico de algunos problemas como la depresión, el TLP o los trastornos psicóticos. Además, constituye un importante detonante de problemas como las adicciones o los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). En cualquier caso, es común que las personas que sienten este vacío traten de acabar con él con distintas estrategias.

Es común que esto derive en comportamientos de riesgo como recurrir a las drogas, al consumo o el juego compulsivo, etc. Aunque a corto plazo llenarnos de cosas materiales puede brindar una falsa sensación de alivio, la realidad es que estas conductas contribuyen a empeorar aún más el malestar, pues no hacen más que dificultar la conexión con nosotros mismos y nuestro mundo interior.

La insatisfacción vital se manifiesta en cada persona de una forma única. Este es uno de los grandes males de nuestra sociedad actual, pues el consumismo y la vertiginosa velocidad de nuestras vidas nos impide conectar con nosotros mismos y nuestros valores más profundos. En estos momentos parece más urgente que nunca desconectar el piloto automático y tomar las riendas de nuestras vidas.

Entre las causas que pueden desencadenar el vacío emocional se encuentran algunas como:

Fallecimiento de un ser querido: la pérdida de un ser querido es un duro golpe del que no es fácil recomponerse. La intensidad del duelo será diferente dependiendo de las circunstancias en las que se ha dado el fallecimiento y el vínculo con la persona fallecida. En aquellos más severos es posible que aparezca un profundo sentimiento de vacío y desesperanza ante la vida, pues no se concibe la vida sin esa persona que se ha ido. En estos casos puede ser necesaria la ayuda de un profesional de salud mental que ayude a elaborar el duelo de manera saludable.

Ruptura sentimental o insatisfacción en la pareja: las relaciones de pareja implican una profunda conexión y el compañero sentimental pasa a ser alguien muy importante en nuestra vida, con el que compartimos proyectos vitales y prácticamente la parte más profunda de nosotros. Cuando la relación de pareja deja de ser satisfactoria o se rompe definitivamente, esto produce un profundo dolor emocional que puede dar pie a un profundo sentimiento de vacío que impide disfrutar de la vida. Normalmente, este vacío es transitorio y termina resolviéndose a medida que el duelo por la ruptura se elabora.

Cambios vitales profundos: experimentar cambios en nuestra vida puede ser duro a nivel emocional. Un cambio de ciudad, un divorcio, un cambio de trabajo… puede desestabilizarnos y dejar tras de sí un sentimiento de vacío y apatía ante la vida que nos impide disfrutar y sentir satisfacción.

Manifestaciones del vacío emocional

El vacío emocional se puede manifestar en diferentes aspectos de la persona:

A nivel fisiológico, las personas que sienten vacío tienden a referir la sensación física de tener un nudo en el pecho que no se va.

A nivel cognitivo y emocional, es habitual que la persona manifieste sentimientos como la inseguridad, la frustración o la tristeza. En los casos más severos puede aparecer apatía y aburrimiento ante la vida, con una marcada desgana y desmotivación.

A nivel conductual, es posible que aparezcan comportamientos autodestructivos y de riesgo para el bienestar y la salud, así como aislamiento social. Esto puede favorecer el desarrollo de problemas psicopatológicos como adicciones, trastornos de la conducta alimentaria o depresión.

¿Por qué aparece el vacío emocional?

Aunque hemos comentado algunas causas que pueden encontrarse detrás del vacío emocional, una de las más extendidas en la sociedad actual tiene que ver con la falta de autoconocimiento. En la sociedad actual parece no existir tiempo para hacer un ejercicio de introspección, mirar hacia dentro y valorar qué necesitamos y sentimos y dónde nos gustaría llegar en la vida.

Muchas personas viven su día a día desde la superficialidad. Ocupan todo su tiempo con actividades laborales y de ocio sin que de fondo no exista una base sólida a nivel emocional. Por desgracia, es habitual que muchas personas no se hayan detenido nunca a recapacitar acerca de quiénes son y qué quieren en sus vidas.

Cuando no prestamos atención a nuestro ser más allá de la velocidad y la superficialidad de la vida cotidiana, es probable que llegue un punto en el que perdamos conexión con quienes somos, lo que favorece la aparición de ese terrible sentimiento que es el vacío.

Cómo afrontar el vacío emocional

Afrontar el vacío emocional puede ser una tarea desafiante, pues es común que este sentimiento aparezca sin una causa aparente y en circunstancias confusas para la propia persona que lo vive.

1. Hacer frente al vacío

No podemos cambiar algo si no reconocemos que está ahí. Por ello, un primer paso consiste en identificar el vacío que sentimos y afrontarlo. Para muchas personas este paso es el más difícil, pues no están acostumbradas a mirar hacia adentro. La única manera que han encontrado de cubrir su dolor es llenarlo de cosas externas y materiales, por lo que cambiar el foco y adquirir una conciencia total de lo que nos pasa, permitiéndonos sentir emociones reales puede costar al principio. A veces necesitamos de un profesional que nos acompañe y ayude.

2. Hay mil formas de vivir la vida

Es habitual que vivamos nuestra vida con el piloto automático activado. De esta forma, tendemos a dejar que la sociedad dicte aquello que tenemos que hacer y cuándo. Sin embargo, cada persona es única y por ello tratar de amoldarse a un único modelo de vida puede llevarnos por el camino equivocado. Vivir una vida que no nos llena y no queremos puede desgastarnos emocionalmente hasta el punto de crear ese sentimiento de vacío tan dañino. Por ello, es esencial tomar las riendas de la propia vida y averiguar qué es lo que realmente uno mismo quiere y necesita al margen de las opiniones y juicios ajenos.

3. Quiérete

Suena a tópico y es mucho más fácil decirlo que hacerlo, pero poseer una autoestima adecuada y quererse a uno mismo es crucial para sentirnos bien. La autoestima se cultiva desde nuestros primeros años de vida, aunque eso no significa que no se deba seguir fortaleciendo cuando somos adultos. La autoestima nos permite tener una visión sana de quienes somos, comprendernos, tratarnos bien y marcar límites. Todo ello nos permitirá llevar una vida plena en la que hacemos aquello que sabemos que nos llena y relacionarnos de manera saludable con otras personas.