Opinion

Editorial: Cooperativismo, una respuesta a los problemas del capitalismo

En el Mes de la Cooperación, la crisis no tapa algunas celebraciones: 92 años de la CPE, 10 del canal de cable cooperativo y el primer año de la cooperativa de trabajo Mujeres en Obra.

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EL DIARIO digital

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El movimiento cooperativo vive días de celebraciones, que son a su vez una demostración de la vigencia de las economías sociales para dar respuestas a las necesidades populares, fundamentalmente en tiempos de crisis.

Las instituciones de este tipo están desperdigadas por toda la provincia, donde cumplimentan la mayoría de los servicios básicos de las comunidades, y son firme ejemplo de que no hay una sola receta para garantizar la calidad de vida de las personas y de las sociedades.

La Cooperativa Popular de Electricidad llegó a sus 92 años de vida, intentando respetar aquel mandato de sus fundadores, que modificaron el curso de la historia cuando se animaron a confrontar el sistema solidario ante la naturalización de que los servicios públicos debían ser un negocio para las multinacionales.

Bajo esa misma lógica, en otro momento histórico, la CPE decidió afrontar cruzadas de similar valía, cuando apostó a la conformación de su servicio de telefonía y luego de telecomunicaciones, y en especial cuando lanzó la televisión por cable en un contexto de batalla cultural para que se hiciera carne la idea de la comunicación como derecho humano.

Esa jugada cumple una década ganada, que fue una contribución -que además es ejemplo a nivel nacional- en la pelea por una comunicación plural, desprendida de los negociados y en manos no oligopólicas.

Aun así el movimiento cooperativo atraviesa duros momentos, puesto que debió soportar no solo la pandemia sino los furiosos embates del último gobierno neoliberal y que tampoco resulta tan extendida la convicción de las dirigencias políticas a cargo de los Estados: de ahí que, por ejemplo, parezca una quimera la pretensión de brindar el servicio de telefonía celular.

Para eso, además de una alianza con el Estado provincial que ha dado algunos de sus pasos necesarios, es preciso desarticular el sideral negocio que las grandes empresas tienen atado en su favor desde hace largo tiempo.

A su participación en la Empresa Pampeana de Telecomunicaciones, las cooperativas sumaron en estos días sus lugares formales en el directorio de Pampetrol, con la idea de que la voz del sector tenga incidencia a la hora de fijar políticas públicas vinculadas con el sector energético, que atraviesa un tiempo de reformas profundas.

También en estas horas festeja su primer año de vida, con un brindis por su demostrado éxito, la cooperativa de trabajo "Mujeres en Obra", digna hija de su tiempo: una organización que se reúne a partir de quienes tienen para ofrecer su mano de obra, y además reafirmando el avance de una perspectiva de género, que es una lucha permanente.

También en ese caso el Estado hizo su contribución inicial, respaldando, incentivando, estimulando y capacitando a quienes deciden involucrarse en la aventura de trabajar sin patrones: ese formato productivo, aun estigmatizado por múltiples sectores de la vida pública y muchas veces incomprendido por las dirigencias, está creciendo últimamente a pasos agigantados, intentando dar respuesta desde la fraternidad a los problemas que el capitalismo no soluciona y sí reproduce.

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