La Pampa

La mitad de los hospitales no tiene comité de bioética o protocolo para decidir a quién priorizar ante un colapso

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El último informe de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva reflejó que el 49% de los centros de salud del país no cuenta con espacios o pautas para decidir a qué paciente asignarle una cama o un respirador. La Pampa no adhirió al protocolo nacional.

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EL DIARIO digital

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La Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) relevó, en su último informe semanal, 192 terapias –con un total de 3710 camas- en instituciones públicas y privadas de todo el país. Además de los datos alarmantes que viene señalando en cada entrega durante la segunda ola de coronavirus (como el nivel de ocupación, del 91% en la última semana), advirtió que solo el 51% de las instituciones consultadas tiene comité de bioética, y la mitad no dispone de un protocolo o equipo de apoyo para decidir a qué paciente se le asigna el recurso. Es decir, ante escenarios de saturación o colapso inminente, no cuentan con espacios o pautas establecidas para decidir a quién asignar una cama en terapia, a quién suministrar primero un respirador, a quién salvar.

En La Pampa el ministerio de Salud había anunciado que la semana pasada daría a conocer un "Protocolo para la Adecuación del esfuerzo terapéutico en época de pandemia". Sin embargo, eso aun no ocurrió. Ese protocolo establece que los médicos podrán pedir el consentimiento para sacar de terapia intensiva a pacientes con coronavirus en estado irreversible, para trasladarlos a cuidados paliativos y evitar prolongar una agonía con sufrimiento.

De todos modos,La Pampa no adhirió al conocido en los medios como "protocolo de la última cama", que el gobierno nacional elaboró en agosto del año pasado y ya se aplicó en Buenos Aires en casos concreto de colapso de hospitales en el contexto de la gravedad de la segunda ola de la pandemia en el país. El debate sobre el protocolo se viene dando porque en varias provincias la ocupación de camas de UTI supera el 90%. En La Pampa, ese porcentaje llegó hace dos semanas al 90%, aunque ahora bajó al 71%, según la información oficial.

Resolver en lugar de pensar

En cuanto al relevamiento de la SATI, la directora de su comité de Bioética, Analía Acchiuzzi, remarcó que “los datos muestran estadísticas muy crudas. La problemática vinculada a los Comités de Bioética hospitalarios no es nueva, sin embargo, el contexto actual visibilizó y potenció falencias propias de nuestro espacio”.

Aunque contundentes, los números no la sorprendieron:“Nuestro sistema de formación nos invita más a ‘resolver’ que a pensar críticamente. Es por esto que la bioética incomoda. Nos obliga a pensar poniendo sobre la mesa cuestiones vinculadas con nuestra estructura sociocultural, nuestra idiosincrasia, nuestros valores, etcétera. La cantidad de pacientes, la celeridad en los tiempos de atención, la formación continua en paralelo, el pluriempleo, el cansancio, y demás variables son causa y consecuencia de que el espacio para la reflexión se considere casi un lujo”.

Durante la primera ola, a través de la Resolución 1117, se conformó a nivel nacional el Comité de ética y Derechos Humanos en Pandemia Covid-19 para asesorar sobre las implicancias éticas de la pandemia en la salud pública. Sostiene que los criterios en la toma de decisiones deberían contemplar el respeto igualitario, la no discriminación por razones que no sean médicas, transparencia en la información, la importancia de comunicar abierta y claramente, entre otros aspectos. Sin embargo, en la práctica cotidiana cada centro de salud acude a su propio comité: la cuestión es que gran cantidad carece de uno propio.

“Existen muchos centros en el país en donde se trabaja muy bien: gente capacitada, con experiencia en estas temáticas, con manejo y capacidad de respuesta. Esto por supuesto tiene un impacto muy tangible en la calidad de atención de nuestros pacientes. El otro escenario se presenta claramente frente a la ‘falta’, la desorganización y diría la frustración de mirar a los costados y no encontrar la solución”, contrastó Occhiuzzi en diálogo con Tiempo Argentino, y destacó que en muchos casoscuando se cuenta con la posibilidad y el deseo de hacer algo al respecto, a nivel hospitalario, o municipal, o provincial, se suele acudir a los comités de ética de otros hospitales, o centrales, o incluso aquellos como el nuestro que pertenece a una sociedad científica”.

Además, dio cuenta de “otra instancia de ayuda” para la toma de decisiones. Una vía “que es subterránea, de red, casi invisible. Aquella que se teje mediante redes de contención, envío de protocolos, audios en donde compartimos experiencias que hayan resultado efectivas”. La especialista en bioética relató: “Apenas salimos de nuestros lugares de trabajo, las consultas por mensajes siguen, las lecturas de algún texto que sugiera nuevas formas de tratamiento o manejo de los pacientes Covid, nuestras propias familias. El famoso ‘burn out’ (o síndrome de estar ‘quemado’) diría que actualmente es una realidad”.

Personal agotado

A casi un año y medio de pandemia, el agotamiento del personal de salud también se refleja en los indicadores que evalúan al sistema sanitario. El mismo informe de la SATI relevó, entre las y los profesionales consultados, 88% de casos de agotamiento, 61% de irritabilidad, 58% con trastornos del sueño, 30% de agresividad, impaciencia e indiferencia, entre otros. “Sin embargo, solo un 38% cuenta con un programa de soporte emocional para el equipo de salud dentro de la Institución”, advirtió el estudio.

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