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Qué analiza la ciencia para las futuras dosis de refuerzos contra el COVID-19

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EL DIARIO digital

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A nivel mundial, más de 545 millones de personas han recibido el diagnóstico de la enfermedad COVID-19 desde el inicio de la pandemia. Los casos confirmados están volviendo a subir. En una semana de junio se notificaron más de 4,1 millones de casos, lo que supone un aumento importante. Mientras tanto, el 63% de la población mundial tiene el esquema primario completo. Solo el 28% de la población tiene dosis de refuerzo.

En ese contexto, creció el debate sobre si la composición de las vacunas debe cambiar y los científicos ahora se enfocan en la "impronta inmunológica", una cuestión clave para decidir para las inmunizaciones futuras.

Después de que alguien se encuentre con un virus por primera vez (infección o vacuna), el sistema inmunitario recuerda su respuesta inicial de una forma que suele debilitar la respuesta a futuras variantes del mismo patógeno, pero que a veces puede reforzarla. Las proteínas desempeñan un papel fundamental.

"Nuestro primer encuentro con el antígeno de la proteína Espiga, ya sea a través de la infección o la vacunación, da forma a nuestro posterior patrón de inmunidad a través de la impronta inmunológica", explicó la profesora Rosemary Boyton del Imperial College, del Reino Unido.

Los investigadores quieren saber qué pasa con la impronta inmunológica hoy frente al COVID-19 frente a la variante Ómicron, cuyos sublinajes van mutando y provocan nuevas olas de casos a nivel mundial.

En la revista Science se publicó un estudio en donde se descubrió que la infección por Ómicron tenía poco o ningún efecto beneficioso para potenciar cualquier parte del sistema inmunitario -anticuerpos, células B o células T- entre las personas a las que se les habían impreso variantes anteriores de coronavirus.

Las vacunas actuales se diseñaron para atacar el primer virus de Wuhan, China, hace más de dos años. Actualmente, conservan una alta protección contra la enfermedad grave y los ingresos hospitalarios, pero su eficacia contra la transmisión y la infección leve disminuye rápidamente contra las subvariantes de Ómicron.

La impronta inmunológica tiene "importantes implicaciones para el diseño de vacunas y las estrategias de dosificación en el futuro". Comprender qué pasa con la impronta ayudará a decidir qué vacunas utilizar en el futuro como refuerzo.

A estas alturas de la pandemia, la inmensa mayoría de los casos de COVID-19 son reinfecciones en personas cuyas defensas inmunitarias adquiridas por las vacunas o las infecciones anteriores no se sostienen contra Ómicron BA.4 y BA.5.

Otro estudio realizado en EE.UU. analizó los historiales médicos de personas con infecciones por coronavirus. El riesgo acumulado de sufrir daños graves en el corazón, el cerebro y los pulmones aumentaba considerablemente con cada infección repetida.

Se descubrió que si bien las vacunas son buenas para prevenir la infección aguda, solo eran 15% eficaces para prevenir el COVID prolongado, que se define como el padecimiento de los síntomas durante 12 semanas o más después del diagnóstico de COVID-19. Las infecciones de hoy con las nuevas subvariantes no son necesariamente tan leves como mucha gente cree.

Algunos antivacunas han esgrimido la impronta inmunológica en sus argumentos. Han argumentado que las vacunas son menos eficaces a medida que el virus evoluciona, una objeción que los inmunólogos rechazan con contundencia. "Aunque nuestros últimos hallazgos ponen de manifiesto una clara preocupación por la naturaleza de la infección por Ómicron, la vacunación sigue siendo eficaz contra la enfermedad grave", afirman.

El virólogo alemán Christian Drosten dijo que ampliar el intervalo entre las inyecciones podría ayudar a reducir el impacto de la impronta inmunológica. "Sospecho que el efecto [de la vacunación] será mejor cuanto mayor sea el intervalo desde la vacunación anterior", dijo. "[Pero] aún no se sabe cuánto tiempo debe ser el intervalo entre las vacunas".

El mes pasado, la Organización Mundial de la Salud afirmó que las vacunas basadas en Ómicron podrían ser beneficiosas como refuerzos, ya que ampliarían la protección contra las distintas variantes. El comité asesor de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. votó por 19 votos a favor y 2 en contra de la incorporación de material genético de Ómicron en las nuevas vacunas de refuerzo.

La FDA recomendó incluir un componente de las subvariantes BA.4/BA.5 Ómicron en una nueva vacuna para las campañas de refuerzo de otoño. Pero la agencia no ha aconsejado un cambio en la vacuna existente para las primeras dosis.

Moderna y BioNTech/Pfizer han presentado datos de laboratorio que demuestran que sus últimas versiones, dirigidas a Ómicron, producen una potente respuesta de anticuerpos contra BA.4 y BA.5. Pero algunos inmunólogos siguen sin saber si serán más eficaces que recibir otra dosis de la vacuna original de Wuhan.

Debido a la impronta inmunológica, los patrones de inmunidad contra las Espigas en diferentes personas y poblaciones se han vuelto heterogéneos, complejos e impredecibles. Esto hace que el argumento para avanzar de una manera cuidadosa, considerada y basada en la evidencia.

A nivel mundial, el número de casos semanales de COVID-19 ha aumentado por tercera semana consecutiva, después de que se observara una tendencia a la baja desde el último pico en marzo de 2022.

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