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Una familia recuperó una escuela rural y produce frutillas en Winifreda

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Las frutillas ya se consiguen en negocios de Winifreda y se venden a domicilio. Se instalaron en la escuela rural Nº 214 del lote XII en abril.

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EL DIARIO digital

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La vecina winifredense Carina García junto a su esposo Emilio Navarro y sus hijos Emanuel y Nahuel, transformaron una escuela rural deshabitada en un sitio productivo.

En ese lugar armaron una huerta orgánica y comenzaron con el cultivo de frutillas cuya producción ya comercializan en negocios locales con un nombre comercial que homenajea al ex establecimiento educativo, relata la nota publicada por el sitio InfoWini.

García y su marido contaron los inicios del emprendimiento hasta su actualidad. Según relataron, todo comenzó a principios de este año cuando iniciaron las gestiones ante la Municipalidad para tomar posesión de la Escuela 214 del Lote XII, ubicada a unos 20 kilómetros al noroeste de la localidad.

Estaba deshabitada porque hacía tiempo que había cerrado sus puertas por falta de matrícula.

Asimismo, Rubén Soncini, ex alumno de la institución y productor agropecuario de la zona rural, los alentó y ayudó para que finalmente pudieran firmar un contrato de comodato por cuatro años con el municipio.

La intendenta Adriana García, no puso ningún tipo de reparos y animó a los emprendedores para que llevaran adelante sus proyectos productivos. De esta manera, la familia se hizo cargo del predio en abril, en plena pandemia de coronavirus. Esto fue recibido con beneplácito por los chacareros dado que siempre temieron que ingresaran extraños y no los pudieran sacar.

Frutillas deliciosas

Carina, Emilio, Emanuel y Nahuel, debieron limpiar y emparejar el terreno ya que estaba repleto de olmos y plantas caídas producto de un temporal que había azotado la zona en 2018. Trabajaron de sol a sol hasta el mes de agosto cuando dejaron todo ordenado para dedicarse a la huerta. Y después continuaron con la cama de plantación de frutillas. García aprendió todas las fases del manejo del cultivo mirando videos en Yotube y las puso en práctica con singular éxito.

“En julio plantamos las primeras 300 plantas, que dieron sus primeros frutos en octubre. Como eran chiquitos los consumimos nosotros hasta que empezaron a largar los más grandes. Hoy están completamente desarrolladas y en plena producción. Y en septiembre plantamos otras 300 plantas que ya están largando los primeros frutos”, indicó Carina. Utiliza una superficie de 70 metros de largo por 10 metros de ancho. Las plantas provienen de Escobar, Buenos Aires, pero las compra en un vivero de Santa Rosa.

Alimentos saludables

En su tarea diaria, cuenta con el asesoramiento de la ingeniera agrónoma Fernanda Paulino, quien le propuso producir alimentos totalmente sanos y ecológicos. “A las plantas de frutillas le aplicamos un fungicida para curarlas de los honguitos y nada más. Y mantengo la tierra bien húmeda para combatir al pulgón. Para eso instalamos riego por goteo aprovechando que había una perforación y el agua es de muy buena calidad”, explicó con soltura. Además, los lomos de tierra fueron cubiertos con el mulch o cobertura plástica de polietileno de color blanco. Sus principales ventajas son el control de malezas, la conservación de la humedad, mantener la fruta limpia, entre otras.

Buena recepción

La emprendedora vende sus frutillas en bandejas de medio kilo en los negocios de Silvia Berger y Mary Viñas y en domicilios particulares. Las frutas pesan entre 25 y 50 gramos cada una. La marca comercial es “Frutilla 214, Lote XII”, en homenaje a la escuelita rural donde se educaron cientos de winifredenses. Confesó que sus clientes quedaron encantados con el producto y la demanda es constante. “Los comentarios que recibo en Facebook son espectaculares”, se alegró.

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1200 plantas

Carina García apunta a expandir su producción de frutillas a 1200 plantas. Sabiendo que cada planta tiene una vida útil de dos años ya está formando “hijos” para ir renovándolas. Eso lo hace cortando las guías o estolones y colocándolas en macetas para que nazcan. Luego las plantará en las camas de tierra.

Otro espacio del predio está reservado para la huerta. Luego que puntearan la tierra y plantaran semillas, crecieron vegetales y hortalizas de todas las variedades. Gran parte de la producción es para autoconsumo, el resto lo comercializa en la localidad.

El riego en este caso lo realizan de manera manual. Carina confió que el trabajo de riego en todas las producciones orgánicas le demanda dos horas diarias, de lunes a domingo. “Es mejor cuando llueve”, dijo mirando al cielo. “Estamos muy contentos y queremos agradecer a todos los que hicieron posible que nos cedieran el espacio para que lo trabajemos”, expresó Carina mientras cosechaba frutillas ante la visita de este cronista.

Habitan edificio escolar

La principal actividad de Emilio Navarro es la apicultura, trabajo que comparte con su hijo Emanuel, destacado jugador de fútbol del Deportivo Winifreda.

Cabe mencionar que la familia winifredense vive en el edificio escolar, el cual lo recibieron en muy buenas condiciones porque siempre estuvo mantenido por ex alumnos. Las antiguas aulas ahora son dos habitaciones. Se completa con una cocina, pasillo y baño. Tienen luz eléctrica y televisión satelital.

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